Ya lo decía en mi último post el otro día: “Algo está cambiando”
Basta con ver el parte informativo de las tres de la tarde, versus el de las nueve de la noche, para pensar que algo está cambiando.
Llevamos unas semanas con nuevas caras y nuevas noticias. Eso sí, las caras de siempre, siguen diciendo lo de siempre, ocultando ahora cierto tembleque.
Parece que algo está cambiando.
Los discursos del poder no ocultan su miedo a las nuevas situaciones y al pensamiento colectivo. Es ahora cuando el eco del 15M resuena con fuerza, y lo hace con nuevas voces, nuevas caras y extensa participación.
La expresión bipartidismo se oye tanto como la duda que genera y sobrevuela sobre los partidos que lo conforman.
Parece que algo está cambiando.
La gente está saliendo a la calle y no solo para celebrar los triunfos de “la roja”.
De estos, lo único que cambia es el aumento de sus sustanciales ingresos en caso de que ganen el mundial. Los que ya lo han ganado, antes de empezar a rodar la bola, son sus jefes de la Fifa.
Es lo que tiene un mundial de fútbol. Junto a la anestesia colectiva, aporta ingresos multimillonarios y pobreza extrema a partes iguales.
Ganan los de siempre, y pierden los de siempre
¿Dónde nos habíamos quedado?
Ahh, en que parece que algo está cambiando.
Estaría bien que cambiaran algunas, o muchas, muchas cosas.
¿Tendrá esto algo que ven con el fin de la corrupción, la degradación moral, la perversión generalizada, la ausencia de ética, la opacidad del sistema, la inversión de valores, …?
Igual lo que se avecina trae consigo renovación, cambio, esperanza de futuro, regeneración democrática, …
Parece que algo está cambiando.
Me viene al pelo una frase que un empresario dijo la semana pasada en una encuentro en el que hablábamos de responsabilidad social corporativa: “a ver si algún día los políticos piensan en las próximas generaciones, y no sólo en las próximas elecciones”.
Afortunadamente, algo está cambiando, y me lo muestra cada día el trabajo ejemplar de ciudadanos y entidades sociales anónimas que “no dimiten”, y siguen creyendo en las posibilidades de cambio y en el valor de sus acciones, por pequeñas que sean.
También en tiempo de crisis, aplican el trabajo inteligente de “hacer con otros”, aunar sinergias y sumar esfuerzos.
En general, las entidades sociales lo saben, lo llevan en su ADN. Cooperar nos permite sobrevivir en el medio y largo plazo.
Y lo es lo que necesita, pide y demanda la necesidad a la que abordar. Referentes sociales, criterio ético, sentido de la justicia, continuidad, realismo y utopía.
Lo comenté en mi anterior post. El otro día me llamó la atención un cartel publicitario de una conocida Universidad privada valenciana. El cartel reza así: “Es tiempo de ser diferentes”.
Preparados, listos, ya …. ¿ya es tiempo de ser diferente?
¿cuál es ahora la moda, ser diferente?
A mí me dá que lo realmente importante es que siempre “es tiempo de SER”, con mayúsculas. Y siempre, no sólo ahora.
Tiempo de ser, y con todas las consecuencias: valiente, vital, coherente, justo, responsable, democrático, comprometido, solidario, ético, ….
¿Quién dijo fácil?
Parece que algo está cambiando.
Como dicen los amigos del foro Ciudadanía y Calidad Democrática, es necesario reivindicar que la democracia es incompatible con la desigualdad de oportunidades y que, la defensa de la democracia, remite a la defensa de derechos humanos básicos y a la superación progresiva de la desigualdad que se va extendiendo poco a poco y cada vez más en todos los campos.
Es necesario incorporar la iniciativa y los valores que aportan los nuevos movimientos sociales y ciudadanos.
Despido este espacio con Eduardo Galeano. Me encanta lo que dice acerca de la utopía. Lo suscribo.
“La utopía está en el horizonte. Me acerco dos pasos, y ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se desplaza diez pasos más allá. Por mucho que yo camine nunca la voy a alcanzar. ¿Para qué sirve la utopía? Sirve para eso, para caminar.”
Sí. Parece que algo está cambiando.